Los dentistas han lanzado una nueva alerta: el ‘boom’ de cortar los frenillos de los bebés. Esta técnica, que se ha popularizado en los últimos años, consiste en la eliminación del frenillo lingual, una pequeña membrana que conecta la lengua con el fondo de la boca.
Los expertos advierten de que esta práctica, que se presenta como una solución para tratar problemas de alimentación y del habla, se está realizando en muchos casos de forma innecesaria. Además, señalan que puede resultar peligroso para la salud de los bebés.
Según un estudio realizado por el Asociación Española de Pediatría (AEP) en colaboración con la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP), se estima que en los últimos cuatro años se ha triplicado el número de bebés a los que se les ha cortado el frenillo. En 2020 la cifra alcanzó los 400 casos en España, mientras que en 2024 ya se han registrado más de 1.200 casos.
Esta tendencia se ha visto acentuada por la proliferación de clínicas que ofrecen este servicio sin una adecuada evaluación del caso. “Algunos padres se sienten presionados por estos centros, que crean una necesidad donde no la hay”, afirma el doctor Pedro García, presidente de la SEOP. «Es importante que los padres sepan que el frenillo lingual es una estructura anatómica normal y su eliminación sólo debe plantearse en casos muy concretos», añade.
El frenillo lingual es una membrana que se encuentra en la parte inferior de la boca, debajo de la lengua. Su función es estabilizar y proteger la lengua durante la alimentación y el habla. Cortarlo puede tener efectos negativos sobre la función de la lengua y sobre la masticación, la deglución y el habla.
Además, esta intervención puede requerir un periodo de recuperación del bebé, que puede experimentar dificultades para alimentarse y dolor en la zona afectada. «Es importante que los padres comprendan que el tratamiento de la lactancia y los problemas del habla debe ser multidisciplinar y no recurrir únicamente al frenillo», explica la doctora María González, miembro de la AEP.
Por otro lado, los dentistas también advierten contra la realización de esta técnica en bebés menores de un año. «En los primeros meses de vida, el frenillo lingual es más grueso y tiene mayor número de fibras musculares. Por tanto, cortarlo puede resultar más complicado y aumentar los riesgos”, advierte el doctor García.
Además, la intervención en bebés tan pequeños puede resultar más traumática y requerir anestesia general, lo que aumenta el riesgo para la salud del bebé. Por este motivo, los especialistas recomiendan que la cirugía sólo se realice en niños mayores de 12 meses, cuando el frenillo está más desarrollado y la intervención es menos invasiva.
A pesar de los riesgos, algunos padres siguen optando por esta práctica sin tener en cuenta las consecuencias. “Hemos tenido casos en los que los padres han notado una mejora en la alimentación y el habla de sus hijos tras cortar el frenillo, pero no siempre es así”, afirma el doctor González.
Los expertos también han detectado un desconocimiento generalizado sobre la función del frenillo lingual y sus posibles problemas. Por ello, han llamado a concienciar y formar a los profesionales que ofrecen este servicio.
“Es necesario que pediatras y odontólogos se involucren en la detección y tratamiento de los problemas del frenillo lingual, pero siempre de manera responsable y con una adecuada evaluación del caso”, concluye el Dr. González.
Ante esta situación, las autoridades sanitarias también han tomado medidas. El Ministerio de Sanidad ha anunciado que se reforzarán las medidas de control y vigilancia en las clínicas que ofrecen esta técnica. Se espera que estas actuaciones contribuyan a reducir el ‘boom’ del corte del frenillo en los bebés y garantizar la salud de los más pequeños.
En definitiva, los dentistas alertan del peligro del ‘boom’ del corte de frenillos de los bebés. Es importante que los padres estén informados y no se dejen llevar por la publicidad de estos centros que buscan crear una necesidad donde no la hay. Si tienes dudas, lo mejor es acudir a un especialista y buscar una evaluación exhaustiva del caso antes de someter al bebé a esta intervención.