La sonrisa radiante pasa por unos dientes luminosos, aunque no excesivamente blancos ya que parecerían antinaturales. Este afán por esclarecerlos se llama blancarexia y los expertos insisten en los riesgos que implica.
En los últimos cinco años, según datos recopilados por Sanitas, la demanda de blanqueamiento dental ha aumentado un 15% anual.
Actualmente, se ha convertido en el tratamiento estético más demandado, según un estudio de salud bucodental de 2019. En concreto, “el 35% de los pacientes acude al dentista en busca de una mejora estética”, destaca Sanitas.
El blanqueamiento dental es un tratamiento cosmético que los dentistas realizan en sus consultorios o bajo su supervisión, pero nunca debe realizarse con productos o kits comprados en línea, sin el debido asesoramiento médico.
Y la ley está a favor de los dentistas, ya que en España no está permitido vender este tipo de productos. El Consejo General de Cirujanos Dentistas solicita con frecuencia la retirada del mercado de estos blanqueadores sin autorización legal.
El blanqueamiento debe hacerse con la aplicación de un agente llamado peróxido de hidrógeno.
La Unión Europea considera seguros todos los productos blanqueadores con concentraciones entre el 0,1 y el 6% de peróxido de carbamida, aunque afirma que no existen estudios a largo plazo sobre su seguridad y que su efecto está relacionado con la concentración y el tiempo de uso. .
En España, según la legislación vigente, sólo se pueden negociar libremente aquellos con un 0,1%. “Son inocuos para la salud, por lo que su distribución no presenta riesgos, aunque su eficacia es prácticamente nula”, explica Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Odontólogos.
Los de mayor concentración solo pueden ser distribuidos por profesionales. Los usuarios con alta sensibilidad, bruxismo o que tengan caries en ese momento no pueden realizarse estos procedimientos de blanqueamiento, ya que aumentarían estos problemas.
