La pérdida de dientes debido a un trauma o enfermedad puede ser una experiencia desagradable. Esto hace que las personas se sientan acomplejadas e incómodas, descartando la sonrisa.
Algunas personas optan por no reponer el diente perdido, dejando un hueco que puede traer peores consecuencias para el salud bucal.
Y poner una pieza dental donde cayó va más allá de la mera estética. Cuando se pierden los dientes, la estructura ósea subyacente pierde su entrada, lo que hace que se debilite y puede comprometer los dientes sanos circundantes.
Las encías alrededor del diente faltante también pueden quedar expuestas y ser susceptibles de dañarse, lo que hace que masticar sea una experiencia dolorosa y difícil.
Además, la falta de un diente puede provocar la desalineación de los dientes remanentes, con la consiguiente maloclusión dental y otros problemas de salud bucal.
La higiene oral adecuada también se vuelve cada vez más difícil con los dientes faltantes, ya que las áreas donde faltan dientes son más difíciles de limpiar, lo que provoca inflamación y otros problemas de salud bucal.